En épocas donde todavía migrábamos en el desierto, sin saber que nuestro destino sería Egipto y la esclavitud, y cuando los judíos éramos aún solo unas cuantas familias descendientes de Abraham.

En ese tiempo los Tnayim celebraban una de sus costumbres más importantes: el matrimonio; en donde las familias de los novios que iban a contraer nupcias tenían que firmar un contrato en el que se aceptaba la unión de los novios.

Las familias de estos tenían que declarar de manera formal y escrita lo que aportarían para los futuros esposos. En muchas ocasiones el contrato se realizaba con una familia cuya hija no tenia la edad suficiente para tener hijos y un hombre mayor, el cual tenia que estar dispuesto a esperar a que la niña tuviera la edad suficiente para casarse; ya firmado el contrato y en espera a que la unión se llevase a cabo, el padre de la menor recibía algo de kesef a cuenta.

Cada familia, cada “Tzad” declaraba su acuerdo a que se realizase posteriormente la unión de acuerdo a la Ley de Moisés, sin fijar aún la fecha de la Jupa, lo cual no se hace sino hasta que la niña se convierta en una mujer lista para casarse y poder concebir.

Las aportaciones pueden ser en “Kesef”, dinero efectivo, o en especie.

Por ejemplo, una de las familias declara que aportara veinticuatro carneros, dos camellos, una tienda de campaña y un ajuar de joyería en oro puro para la novia.

Cuando el hombre pretendiente era mayor, este debía aguardar el tiempo necesario hasta que la niña creciera, que estuviera en edad de contraer nupcias, ser fértil y en posibilidad de procrear.

La mayor parte de la dote era aportada por el hombre mayor y en algunos casos los padres de la menor podían disponer de parte de la dote.

Mas tarde eran ellos los que convenían la fecha adecuada y aceptable para los dos “Tzadim”, es decir, para que se celebre el matrimonio.

Vista esta costumbre desde un punto de vista sociológico, se trata de darle una protección a la novia durante el periodo de noviazgo. Si algo sucede en la relación entre ambos o bien el novio se desdice de su compromiso, la mujer esta protegida con su parte de la “dote” aportada por la familia del novio.

En otros tiempos, mucho más tarde, cuando los judíos ya estaban establecidos en Judea “tiempos rabínicos”, nace la costumbre de romper uno o varios platos de barro o cerámica para significar la alegría de esta ocasión.

Una parte de nuestro pueblo todavía practica esta costumbre. Esto es una costumbre, un “Minjag”, la cual no se considera una ley “Din”.

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