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Algo sobre la cafeína…

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Linda Bucay

Se dice que “la primera casa de café fue establecida en Constantinopla en el reino de Suleiman en 1551 (en donde) entre otras cosas, poseen una bebida llamada chaube. Es negra como la tinta (…) la toman en las mañanas en público sin temor a ser observados, en tazas de barro y porcelana y tan caliente como pueden aguantarla” (Lewin, 1931).

La cafeína, que pertenece a la familia de las metil-xantinas (junto con la teobromina -presente en el cacao- y la teofilina, que está en el té y en el mate), es el estimulante más consumido del mundo.
Desde hace cientos de años, los humanos la utilizamos por el placer que a algunos nos produce su sabor, por su efecto estimulante que nos mantiene despiertos, y nos permite funcionar en un mundo que cada vez exige más de nosotros. Resulta interesante leer sobre la historia del café y las formas que ha tomado al acompañarnos en nuestro camino como humanidad, pasando por momentos de prohibición y expandiéndose por todo el mundo.

La cafeína se presenta en diferentes cantidades en productos que son parte de nuestra vida diaria: en promedio una taza de café de grano puede tener entre 70 y 100 miligramos de cafeína, una taza típica de refresco de cola de 325 milímetros o una taza de té negro, entre 30 y 50 miligramos, mientras que bebidas energéticas alrededor de 80 miigramos. Día a día, se calcula que el consumo de cafeína en el mundo es de alrededor de 75 miligramos por persona, tasa que se eleva a 200-300 miligramos en países como Estados Unidos y Canadá, y cerca de 400 miligramos en países como Inglaterra y Suiza.

Aunque en un nivel infinitamente menor que otras drogas estimulantes, la cafeína es una sustancia psicoactiva que tiene efectos en el sistema nervioso central. Es por eso, que algunas personas que son muy sensibles a ella, cuando la consumen comienzan a sentir ansiedad, insomnio y taquicardia; por ello los especialistas de la salud no recomiendan tomar altas cantidades de café cuando una persona tiene trastornos de ansiedad, ni a quienes tienen presión arterial alta o dificultades para dormir.

Todos los que tomamos café, sabemos que si lo hacemos no mucho tiempo antes de dormir, el sueño disminuye y dormimos menos; como el descanso no es suficiente y despertamos cansados, al día siguiente necesitamos tomar café para sentirnos otra vez activos, alimentando el ciclo de consumo.
Las personas que consumen altas cantidades de café (se calcula más de tres tazas al día), suelen comenzar a identificar síntomas de abstinencia cuando no lo hacen; dolor de cabeza, irritabilidad, dificultad para concentrarse y sueño excesivo. Es por eso, que según las clasificaciones, se considera una sustancia de la que si abusamos, puede tener efectos nocivos en nuestro sistema nervioso y generar cierto nivel de dependencia.

Referencias:

Cruz Martín del Campo S.L. (2007). Los efectos de las drogas: de sueños y pesadillas. México, Trillas.
L. Lewin, Phantastica: A classical survey on the use and abuse of mind-altering plants (1931). Reimpreso de Park Street Press, 1998.

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