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¿Me puedo hacer adicto a los medicamentos?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Linda Bucay

Más de una vez me han hecho esta pregunta cuando saben que trabajo en el tema de las adicciones, lo cual me hace pensar que vale la pena dedicar un espacio para responderla. Sin embargo, antes de eso, es importante aclarar algunas cosas.

El primero es: ¿qué hace a una droga adictiva?

Dentro del mundo de las sustancias, existe cierto grupo denominado “sustancias psicoactivas”, las cuales alteran la forma en la que nos sentimos, pensamos y/o actuamos. Y ¿cómo pueden hacer eso? Las sustancias psicoactivas tienen una composición química muy particular que les permite entrar al cerebro, a diferencia de la mayoría de los compuestos que entran a nuestro cuerpo, y modificar nuestra neurotransmisión, es decir, la forma en la que este funciona.

El principal motivo por el que estas drogas pueden filtrar las barreras de “seguridad cerebral” (pues el cerebro es un órgano sumamente protegido) es su composición química, la cual es muy parecida a las moléculas con las que este funciona, llamadas “neurotransmisores”. Uno de sus principales efectos es interactuar con un neurotransmisor llamado “dopamina”, el cual es responsable de hacernos sentir placer, y por lo tanto, de motivarnos a buscar aquello que nos lo provoque. Es importante aclarar que la dopamina, al igual que el resto de los neurotransmisores, ya está en el cerebro –las drogas no lo introducen- lo único que hacen es modificar o desregular qué tanta dopamina se libera, por decirlo de una manera muy simple. Después de consumirse repetidamente, las sustancias psicoactivas pueden generar cambios a largo plazo en la regulación cerebral, los cuales pueden llevar a desarrollar un trastorno llamado “adicción”.

Las sustancias psicoactivas más comunes son el tabaco, el alcohol, la cocaína, la heroína… Sin embargo, existen algunos medicamentos que se venden en las farmacias y también tienen propiedades psicoactivas, algunas de ellas mucho más potentes que ciertas sustancias ilegales. Pero es importante saber que se trata de un tipo muy particular, pues existe el malentendido de que “todos los medicamentos pueden causar adicción”, lo cual es totalmente falso. Es cierto que los medicamentos psiquiátricos, por ejemplo, modifican la forma en que nos sentimos (y algunos de ellos pueden llegar a tener efectos secundarios importantes), pero no todos interactúan con la dopamina, por lo que no tienen potencial adictivo.

Sin embargo, existen ciertos grupos de medicamentos que son altamente adictivos. El primero es el de las “benzodiacepinas”, las cuales se utilizan principalmente para tratar trastornos de ansiedad y sueño (las más conocidas son el diazepam/Valium; clonazepam/Rivotril; alprazolan/Tafil- y lorazepan/Ativán, por mencionar algunos).

El segundo es el de los “estimulantes anfetamínicos”, aunque aún existe cierta controversia de qué tan adictivos pueden llegar a ser, los cuales se utilizan para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), como el adderall o el metilfenidato (Ritalin o Concerta).

Otro grupo de medicamentos no psiquiátricos, sino analgésicos (que se utilizan para controlar el dolor) que también son altamente adictivos, son los derivados del opio, como es el caso de la morfina (MS Contin), oxicodona (Oxtcontin), codeína y tramadol (Ultram), entre otros. Sin embargo, si cualquiera de estos medicamentos son recetados por un médico especialista, pueden ser muy útiles para mejorar la vida de las personas que sufren cierta problemática de salud física o mental, siempre y cuando no se exceda el tiempo ni la cantidad indicada.

Por otro lado, es muy importante tener en mente que por usar ciertos medicamentos de este tipo, como una benzodiacepina para controlar la ansiedad o inducir el sueño recetado como parte de un tratamiento médico, o ciertas dosis de morfina para controlar el dolor derivado de enfermedades crónicas como el cáncer, no nos convierte automáticamente en “adictos”. La adicción es una enfermedad que impacta en diversos niveles de la vida de la persona, que van más allá de la dependencia fisiológica que una sustancia pueda provocar por sus propiedades químicas. Sin embargo, para que una persona desarrolle una adicción tienen que conjuntarse diversos factores físicos, emocionales y sociales, entre otros que seguimos estudiando y que aún no están muy claros para la ciencia, y van más allá de simplemente las propiedades químicas de la sustancia consumida.

La adicción no es un fenómeno linear: no por consumir una sustancia de este tipo somos adictos (como no por tomar una copa somos alcohólicos), sino un fenómeno dinámico; cualquier sustancia psicoactiva (legal o ilegal) entra en contacto con una serie de elementos que pueden o no, detonar una enfermedad llamada “adicción”. Lo delicado aquí, es que cuando una persona consume una sustancia psicoactiva, siempre existe el riesgo de si va o no a detonar la enfermedad; algunos especialistas ejemplifican esta incertidumbre con la imagen de la “ruleta rusa”.

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