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Asociación Maayán Hajaim. ¿Tristeza buena, tristeza mala?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Estudios recientes han demostrado que la gente es más creativa cuando para librarse de la tristeza se trata, aunque como todas nuestras emociones la melancolía tiene sus beneficios y no siempre es conveniente evitarla a toda costa.

Indudablemente, cuando nos encontramos tristes nuestras ganas por divertirnos o permitirnos algún placer se ven afectadas, y en consecuencia se centra nuestra atención en lo perdido, lo que socava nuestra energía para emprender nuevas empresas; al menos de momento.

El pesar es útil cuando este nos coloca en una especie de retirada reflexiva de las actividades de la vida, y nos deja en un estado suspendido para llorar la pérdida, analizar o repensar su significado, lo que finalmente nos puede permitir hacer los ajustes psicológicos, así como nuevos planes para continuar con nuestra vida. Aunque parece prudente mencionar que en el caso de la depresión es distinto.

William Styron (La depresión de Styron, William Styron, Darkaness visible: a memoir of madness, Nueva York, Random House, 1993) nos explica su vivencia ante ‘las diversas manifestaciones espantosas de la enfermedad’, entre las cuales resaltan el odio por uno mismo, la sensación de que uno no vale nada, el temor y la alienación, sumados a una ‘sofocante ansiedad’ en donde menciona que sus procesos mentales quedaban inmersos en una ‘marea tóxica que borraba cualquier respuesta placentera al mundo viviente’.

Se podría decir que los síntomas mismos de la depresión indican que la vida está paralizada, digamos en un compás de espera.

Existen casos como el de Styron en el que se menciona que ningún medicamento o psicoterapia servía; era el paso del tiempo y el refugio de un hospital lo que finalmente eliminaba el desaliento. Pero para la mayoría de la gente, sobre todo aquellos cuyos casos son menos graves, la Psicoterapia puede ayudar al igual que la medicación.

A partir de aquí, deseo concentrarme en la tristeza mucho más común, que en sus límites extremos se convierte, técnicamente hablando, en una “depresión subclínica”, es decir, la melancolía corriente. Se trata de un espectro de abatimiento que la gente debe manejar en su vida -si tiene las herramientas- ; lamentablemente la estrategia más utilizada para hacerlo llevadero, es aquella que consiste en buscar estar solo, lo cual deviene generalmente en añadir una sensación de soledad y exclusión, por lo que uno puede sentirse peor de lo que estaba antes de emplear la medida mencionada.

En estudios más recientes, se ha descubierto que la mejor manera para aliviar la tristeza es la tarea de sociabilizar, es decir, ir a comer, ir al cine, asistir a algún evento masivo o bien salir con la familia, etcétera; aunque poco ha de servir esta estrategia, si la persona afectada sigue cavilando en aquello que la puso en un estado de tristeza inicialmente. 

El hecho de dar vueltas una y otra vez a un mismo problema también puede hacer que la tristeza sea más fuerte, creando condiciones que son en definitiva más depresivas. La preocupación adopta diversas formas, todas ellas enfocadas en algún espectro hacia la depresión misma: lo cansado que nos sentimos, la poca energía o motivación que tenemos o poco trabajo que estamos haciendo, por ejemplo. En general, ninguna de estas reflexiones va acompañada por un curso de acción concreto que podría aliviar el problema, es por eso que, muchas personas solemos justificar esta clase de cavilaciones diciendo que estamos intentando ‘entendernos mejor’, mientras seguimos preparando los sentimientos de tristeza sin dar un paso a que pudiera levantarse realmente el ánimo. Aunque, en la terapia, se ha probado que es muy provechoso reflexionar profundamente en las causas de la tristeza o en su caso más extremo depresión, si ello conduce a una compresión o acciones que cambiarán las condiciones que la provoca, pero es demostrable en la experiencia individual, que una inmersión pasiva en la tristeza la empeora.

En conclusión, podemos definir que al distraer la mente del estado de ánimo, este se puede cambiar, en otras palabras, los pensamientos se asocian en la mente no solo por el contenido, sino también por el estado de ánimo. Por ejemplo: las personas que se deprimen con facilidad suelen crear redes de asociación muy fuertes a lo que los deprime, de modo que cuando se presenta algo que los hace sentir tristes, les es más difícil manejarlo; aunque pueda parecer irónico, al estar deprimidos solemos utilizar un tema deprimente para librarnos de otro, lo que solo sirve para provocar más emociones negativas.

DATOS:

En Maayán Hajaim contamos con psicólogos y psiquiatras, línea telefónica de apoyo 5292 5131, área de acompañamiento emocional y Rabinos. Para tu desarrollo personal también contamos con cursos, talleres y grupos de apoyo.

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